Si hacemos un paralelo entre el mundo renacentista y Chile, Florencia sería algo así como Vitacura: bien arreglado y con mucha plata. Pisa por otro lado sería algo así como Olmué: todos saben que existe gracias a una cosa puntual, pero aparte de eso nadie sabe que hay ahí.
Pero partamos por partes. Hablando de Florencia, aunque en la actualidad no es una ciudad demasiado grande ni particularmente importante, es imposible pasar por alto las huellas que te hablan de un pasado de gloria y gran riqueza.
Desde luego, al hablar de Florencia lo primero que se viene a la cabeza es arte, porque difícilmente alguien podría haber pasado por la educación media sin haber escuchado o leído nunca sobre la importancia de los Medicci durante el renacimiento y su relación con de artistas de la talla de Miguel Ángel.
Básicamente, cuando visitas Florencia eso es lo único que encuentras.
La ciudad está llena de galerías de arte y las calles repletas de esculturas. Prácticamente todas las galerías tienen al menos una obra de arte que de uno y otro modo están relacionadas con los Medicci. Más temprano que tarde, cada galería se encarga de mencionar a Miguel Ángel y/o a Leonardo Da Vinci en algún elemento de su exposición, y es que literalmente todo en Florencia vive de la fama y las obras de estos personajes. Prácticamente todos los lugares donde estos personajes estuvieron, o los trabajos que realizaron, están expuestos en alguna parte. Se los resumo contándoles que hasta hay un estacionamiento que lleva el nombre de Miguel Ángel.
Si el excelentísimo es uno es de los turistas que gusta de los museos o las muestras de arte, Florencia es el lugar.
Pisa por otro lado, es el caso clásico de una ciudad que, en términos turísticos, vive de una única atracción. Podríamos decir que tal vez es como llevar la situación de Florencia a un extremo.
Pisa es una ciudad bastante pequeña, está a algo as una hora al oeste de Florencia y literalmente todo lo que hay para visitar son los edificios de la plaza. Estos incluyen la catedral de Pisa, el Duomo de Pisa y la famosísima Torre Inclinada de Pisa. Siendo honesto, de no ser por la torre es difícil pensar que las otras dos construcciones pudieran atraer la cantidad de visitantes que día a día llegan para apreciar la inclinada existencia de la torre.
Personalmente no sé si volvería a Florencia, no estoy seguro si el lugar pueda justificar una segunda visita, no obstante, para primera hay motivos de sobra. Sobre Pisa, creo que la única forma sensata de visitarla es aprovechando de realizar un viaje de medio día desde alguna ubicación cercana, como Florencia o La Spezia.
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