Kuala Lumpur (capital de Malasia) probablemente ha sido una de las mayores sorpresas en lo que va de este viaje.
Antes que nada creo que es pertinente reconocer que teníamos absolutamente cero expectativas sobre lo que podía ser Kuala Lumpur, lo que probablemente influyó en nuestra sorpresa al llegar allá.
Después de haber estado en Beijing, Kuta y Ubud, imaginaba que Kuala Lumpur sería similar: húmedo, desordenado, con un tráfico del demonio y hasta cierto punto pobre. En retrospectiva, es probable que esta idea haya tenido su origen cuando íbamos de Hong Kong a Bali. Esa vez nuestro vuelo hizo una escala en Kuala Lumpur y tuvimos que esperar en el aeropuerto en una zona lúgubre y muy poco acogedora e incómoda.
La cosa es que esta vez, al salir del aeropuerto, nos encontramos con una ciudad moderna, ordenada y bastante limpia para lo que veníamos viendo. El asunto de la humedad y el calor siguió igual, pero no hay mucho que se pueda hacer al respecto.
En mi opinión Kuala Lumpur no es una ciudad demasiado turística para ser sincero, a no ser que tu idea de turismo sea andar comprando de mall en mall. Existen algunos atractivos turísticos como las Torres Petronas y las Cuevas de Batu, pero son pocos y ninguno es como para invertir más de una hora visitándolo, a lo sumo dos.
Sin embargo, después de todos los días de precariedad, desorden y caos vial de Bali, Kuala Lumpur resultaba sorprendentemente agradable. El mero hecho de que existieran semáforos y que los conductores respetaran a los peatones marcaba una enorme diferencia en cómo se sentía la ciudad.
Las Torres Petronas son por lejos la postal más reconocida de la ciudad y la que ellos mismos más te recomiendan visitar.
Así que fuimos.
Para ser sincero, son bien bonitas en vivo y en directo. No me resulta especialmente interesante mirar un edificio, pero las Petronas en verdad resultaban inesperadamente atractivas. Foto de rigor con las torres de fondo y estábamos listos. En un día normal es posible visitar el puente que une ambas torres, de donde se puede tener una vista panorámica de la ciudad y “recorrer el puente más alto de Asia”, pero para nuestro pesar la visita estaba suspendida con motivo de una festividad.
Las Cuevas de Batu eran la atracción más recomendada después de los numerosos malls (en serio, te recomendaban ir al mall). Estás cuevas son una serie de figuras religiosas dispuestas al rededor de un montículo de granito, en el cual está ubicadas una serie de gigantescas cuevas. Todo esto forma un complejo religioso donde no pude ver a nadie practicando ningún rito. Esto me sorprendió bastante para ser sincero, porque hasta el momento todas las ciudades en que habíamos estado eran altamente religiosas y en todas era muy común ver a la gente practicando los ritos de su fé. Por el contrario, los locales visitando Batu parecían mucho más interesados en tomarse fotos con los monos que había en los alrededores que en visitar el templo mismo.
En mi opinión lo más interesante de Batu, y tal vez lo único rescatable, era una gigantesca estatua erigida en la entrada de la cueva principal, justo a los pies de las escaleras que suben hasta las cuevas. Las cuevas en sí mismas eran unos grandes espacios dentro de la roca, los que estaban llenos de basura, con un montón de tiendas que vendían baratijas y una que otra figura religiosa mal mantenida. Había también algunos andamios y tarros de pintura en lo que no estoy seguro si era un esfuerzo por restaurar algo de lo que había dentro de la cueva, o si se trataba de una construcción nueva.
Los centros comerciales de Kuala Lumpur son un tema por sí mismos. Sino me falla la memoria, pudimos visitar 5, no porque estuviéramos particularmente interesados en ir al mall, sino porque literalmente hay uno al lado de otro, tanto así que algunos contaban con conexiones hacia el centro comercial del lado y podías cambiarte de mall sin siquiera notarlo.
La variedad de los centros comerciales era grande, yendo desde los que vendían sólo artículos de lujo hasta los que básicamente eran persas con escalera mecánica. En general, todos se veían bastante parecidos por fuera (al menos a mis ojos) y solo averiguabas que tipo de mall era una vez que estabas dentro.
Probablemente no volvería a Kuala Lumpur, Pero ciertamente fue agradable estar en una ciudad un poco más ordenada para variar.
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