Creo que Londres es de las ciudades que más nos han gustado durante este viaje, y por qué no, de todas las que hemos conocido en nuestras vidas.
En principio Londres parece una ciudad normal y más o menos como cualquier capital del primer mundo: grande, con mucha historia y con muchas cosas que visitar. Sin embargo, a medida que te adentras en la ciudad y le vas tomando el pulso, te das cuenta realmente de todo lo que tiene para ofrecer y de que es de una profundidad impresionante.
Creo que no es muy arriesgado decir que prácticamente cualquier cosa que se te ocurra hacer, puedes hacerla en esta ciudad tarde o temprano.
La oferta cultural es gigantesca, la oferta culinaria es probablemente aún más grande, la cantidad de sitios históricos que hay por explorar es enorme y la cantidad de elementos con guiños a hitos culturales de la humanidad sencillamente descoloca. Es como si cada esquina de la ciudad hubiera estado involucrada en algún acto cultural en algún momento, porque mientras te vas moviendo por la está te vas encontrando con distintos elementos (icónicos a veces) de todo tipo de obras y tiempos.
En Londres puedes recorrer la zona donde estaba el teatro de Shakespeare, ir a Abbey Road a visitar el cruce que aparece en la portada del disco del mismo nombre de los Beatles, conocer Piccadilly Circus y recordar escenas de las innumerables películas y series que toman lugar en este cruce, visitar la estación de King’s Cross y la Plataforma 9 y 3/4 y otras tantas locaciones de Harry Potter, visitar la tienda de libros que se utilizó como set para Un Lugar Llamado Notting Hill, dar una vuelta por Baker Street y visitar el 221B, visitar Penny Lane, visitar Camden Town, visitar el edificio del parlamento, visitar la torre del reloj, y así podría seguir y seguir nombrando cosas.
Creo que esto fue lo que más me sorprendió de Londres, realmente no esperaba encontrar una ciudad tan increíblemente incrustada en el inconsciente cultural colectivo.
Cuando decidimos visitarla desde luego que sabíamos que la ciudad es y ha sido un faro cultural por siglos. No obstante, estando allá no pude evitar sorprenderme de la infinita extensión de esta influencia y de lo ubicua que resulta esta ciudad en la cultura mundial. Mientras caminas por sus calles no puedes parar de recordar libros, series y películas que trascurrían ahí mismo, ni dejar de asombrarte al ver las locaciones en vivo y en directo. De algún modo Londres se sentía como visitar un museo de locaciones de películas y libros, o visitar el escenario del teatro más prolífico de la historia.
Dejando esa maravilla de lado, moverse por la ciudad es una tortura. Literalmente a donde sea que vayas te vas a demorar una hora y un poco más, eventualmente un poco menos si puedes llegar en metro, pero aún así van a ser al menos 45 minutos. La ciudad es gigante y se nota. Cada rincón alberga un ambiente completamente diferente al anterior, dejando muy en evidencia que la gran ciudad es en realidad la fusión de varias ciudades pequeñas.
Otra cosa sorprendentemente de esta ciudad es lo multicultural que es. Después de haber visitado en Nueva York años atrás, me imaginaba que ninguna otra ciudad me impresionaría en cuanto a la variedad en la mezcla de personas que la habitan, pero Londres quebró esa idea. Los distintos inmigrantes y locales viven en una gigantesca mezcla de culturas y costumbres que se pueden ver en cada esquina. Tal vez lo único que hace más impactante a Nueva York es que la gente es más llamativa. Dejando de eso de lado, me atrevería a decir que Londres es incluso más multicultural, o al menos esa impresión me dejó.
En definitiva Londres una ciudad impresionante, llena de vida, muy dinámica, donde hay espacio para todos y donde tienes la oportunidad de hacer todo lo que quieras. Un lugar al que sí o sí vamos a volver.
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