Koh Phi Phi Don (o sólo Phi Phi) es un lugar increíble, una isla de película, literalmente, en toda la extensión de la palabra.
Pero no nos adelantemos.
Mientras estábamos en Ao Nang la preocupación por la lluvia crecía. No era tan entretenido pasar todos los días haciéndole el quite a la lluvia. Además visitar una playa con lluvia tampoco es tan entretenido, y el sur de Tailandia es básicamente un montón de playas.
Si no se despejaba iba a ser triste.
Así que ahí estábamos haciendo fuerza y cruzando los dedos porque el Sol se asomara, al menos mientras estuviéramos en Koh Phi Phi – y es que este lugar es a menudo considerado como una de las joyas del sur de Tailandia y es uno de los lugares que más turistas atrae dentro del país (si es que no es el que más turistas atrae).
No se veía como un panorama interesante pasar los días en el mejor lugar del sur de Tailandia arrancando de la lluvia. Por suerte, y para nuestra alegría, las nubes se dispersaron, las gotas huyeron y el día en que partimos a Koh Phi Phi el Sol brillaba en lo alto.
Llegamos poco antes del medio día y veníamos preparados para turistear a toda máquina. Eran pocos días los que pasaríamos en este paraíso y queríamos hacerlos valer, así que no más al bajarnos del barco nos apuntamos a un tour de snorkeling en los alrededores de la isla.
Para que nos entendamos, las islas Phi Phi es un archipiélago compuesto por 6 islas en la costa oeste del sur de Tailandia, en el Mar de Andamán. De estás islas sólo hay una que está habitada (Koh Phi Phi Don) y las demás sólo pueden ser visitadas por el día. Por su parte Koh Phi Phi Le es famosa por su belleza natural y por ser la isla utilizada como locación para la filmación de la película La Playa. Un lugar de película, literalmente.
El tour de snorkeling nos llevó a conocer los alrededores de Koh Phi Phi Don y Koh Phi Phi Le, pasando por playas de arenas blancas habitadas por monos, playas de aguas turquesa plagadas de vida marina, donde no hacía más falta que meter la cabeza al agua para poder observar peces pasando de un lado a otro, corales, tortugas y erizos en el ajetreo diario de una ocupada agenda submarina.
Hacia el final del día, luego de interminables horas de hacer snorkel por aquí y por allá, y de nadar en tibias bahías de aguas turquesa, nos pusimos a esperar la puesta de sol para terminar con una de las experiencias más curiosas de mi vida: nadar en el mar de noche, entre plankton que se iluminaba mientras tú te movías.
Curioso e inolvidable.
Al siguiente día fue de playa como corresponde, con sol y calor, bañándose en aguas tibias y tomando jugo de mango.
Phi Phi Don nos recibió en su regazo con un caluroso abrazo.
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