[LVM] Día 124 y 125 – Brujas

Brujas es como una joya. Es una pequeña ciudad sacada directamente de un cuento.

Todas las casas están pulcramente alineadas, construidas con ladrillos café, dispuestas en filas perfectamente cuadradas, con pequeñas callecitas por las que se mueven con frenesí cientos de turistas. Para aportar a la imagen de cuentos, de cuándo en cuando pasan coches tirados por caballos, haciendo que el rítmico toc toc toc de las pezuñas en los adoquines sea la guinda de la torta.

Los tres elementos claves de Brujas son el chocolate, la cerveza y los turistas. Es fácil encontrar una buena dosis de cada uno de estos en todas las esquinas. Y es que Brujas es pequeño, muy pequeño. En un día puedes recorrer todos los rincones sin problemas, terminando la tarde con un chocolate caliente en alguna de las cientos de chocolaterías.

Cientos de chocolaterías.

Tal vez eso sea lo mejor de Brujas, la facilidad con que puedes comer un chocolate increíble, lo accesible que resulta y lo fabuloso que es para el paladar.

Objetivamente, en Brujas no hay mucho más que hacer que comer chocolate o tomar una que otra cerveza. Después de 1 o 2 días es poco probable que a alguien le interese seguir recorriendo la ciudad, porque es probable que ya lo haya visto todo, literalmente. No obstante, volvería a Brujas a ojos cerrados, porque es un destino turístico perfecto: todo está al alcance de un de minutos de caminata, te puedes regocijar en chocolate o puedes calmar tu sed con una cerveza como sólo en Bélgica la pueden hacer.

 

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