[LVM] Dia 72 al 77 – Chiang Mai

Después de nuestra aventura en Camboya y visitar Ayutthaya, al fin era hora de dejar Bangkok y enfilar rumbo hacia el norte de Tailandia. Así que tomamos nuestras mochilas y nos preparamos para ir a Chiang Mai.

Como no queríamos repetir el chasco del bus de Bangkok a Siem Reap, decidimos que esta vez sería mejor comprar los pasajes del bus a Chiang Mai por internet y retirarlos en el terminal antes de abordar.

Más Vivaldi, menos Pavarotti.

Así que cuando llegó la hora partimos, pasajes reservados y pagados, al terminal de buses de Bangkok: Mo Chit. Lo único que teníamos que hacer era pasar a buscar los pasajes y subirnos al bus. No obstante, como el sudeste nunca deja de sorprender, esto que sonaba a pan comido, resultó más confuso de lo que esperábamos, principalmente por el tamaño del terminal y la casi nula señalización en inglés.

Ahí figuraban los viajeros rata perdidos (de nuevo), tratando de encontrar el camino por Mo Chit. Dicho terminal era un edificio de 3 piso, con unas 100 o más boleterías por piso vendiendo pasajes de “bus” para prácticamente todos los destinos posibles en Tailandia.

Antes de seguir quiero recalcar que son pasajes de “bus”, lo que significa que no necesariamente te vas a ir en un bus, por el contrario, lo más probable es que te vayas en una Van. De acuerdo a nuestra experiencia, en Tailandia el concepto de bus en general está asociado a una Van o eventualmente a un minibus. Usualmente cuando se refieren a un bus como tal, le dicen “el bus grande”.

Volviendo a Mo Chit, cada boletería en el lugar vendía pasajes para una empresa distinta. Hasta ahí nada del otro mundo. El problema venía cuando te dabas cuenta lo difícil que resultaba diferenciar (casi adivinar) a que empresa pertenecía cada boletería.

En este momento es posible que el excelentísimo lector esté pensando que le estamos poniendo, pero no. Le cuento: lo que pasaba es que es que todas las boleterías eran iguales, exactamente iguales. Cada boletería era una ventanilla blanca con un cartel luminoso blanco arriba, en el que estaban escritos los destinos y precios en negro, y donde además aparecía discretamente el nombre de la compañía.

No suena tan terrible?

Acá viene lo mejor. Imagínese eso estimado internauta, pero todas las ventanillas usando la misma fuente, todas las letras con el mismo tamaño. Sin logos, sin letras grandes, sin colores, nada. Entonces, dígame qué le parece buscar la boletería correcta entre cientos de casetas todas iguales, esparcidas en 3 pisos. Se pone difícil la cosa, no? Todo esto hacía que encontrar la boletería correcta se transformara en un ejercicio perceptivo importante, que implicaba leer cientos de pizarras tratando de encontrar la correcta.

Imagínese abrir una guía de teléfonos en una página al azar y tratar de encontrar que vive en la calle XX.

Exacto.

Por suerte, después algunos minutos de confusión encontramos un puesto de informaciones, donde un tipo amablemente nos explico cómo llegar a donde íbamos.

Bingo!!

Nos subimos al bus y está vez si fue un viaje normal y hasta placentero. Nueve horas después estábamos en Chiang Mai, lugar que inmediatamente me pareció más atractivo y mucho más agradable que Bangkok.

Primero que nada, es una ciudad bastante más pequeña, lo que hace sea mucho más fácil de acceder y moverse por el lugar. Segundo, es bastante más limpio que Bangkok, menos ruidoso y más tranquilo. Y para cerrar, era menos húmedo que Bangkok.

No había donde perderse: Chiang Mai a ojos cerrados.

Una de las actividades más populares de la ciudad eran las clases de cocina Thai. Una clase típica consistía en una visita al mercado local, donde te enseñaban un poco sobre los ingredientes, y luego venía una sesión donde te enseñaban a cocinar algunos platos y luego te comías lo que habías preparado.

Que le dijeron a los turistas rata, ahí estábamos a primera hora, listos para comer…y para aprender a cocinar. La verdad, esto fue una de las mejores experiencias que he tenido en este viaje, hasta la fecha. Que hubiera comida Thai involucrada era un gran incentivo en sí mismo, pero además el hecho de aprende a cocinar algo lo hacía mucho más entretenido. A lo largo del día cocinamos varios platos (sopa tom ka, sopa de pollo en leche de coco, curry rojo, curry verde, pad thai, pollo salteado en albahaca santa), probamos la ensalada de papaya y preparamos un postre (bananas en leche de coco).

Increíble es el único adjetivo que describe lo que fue ese día.

Aparte de la clase de cocina Chiang Mai ofrece muchas cosas que ver y lugares que visitar. El Bazar Nocturno es una zona comercial formada principalmente por tiendas de ropa, aunque también se venden muchas otras cosas. Este sector cobra vida durante la noche. A eso de las 7 de la tarde comienzan a abrir las tiendas que no abrieron durante el día, se encienden las guirnaldas de luces y el lugar se transforma en un patronato gigante.

Algo similar es el Mercado del Fin de Semana (Weekend Market para los angloparlantes), que sucede los domingos de las 6 pm hasta las 11 pm y que, a diferencia del Bazar Nocturno, cubre todo el centro histórico de la ciudad y es posible encontrar absolutamente de todo. A pesar de que los mercados nocturnos son un Motif de la cultura Thai, y literalmente todas las ciudades tienen uno, este me pareció especialmente entretenido de recorrer. Era el más grande que haya visto (cubría unas 5×5 cuadras, o más) y era el más variado y alegre que he visto.

Chiang Mai es definitivamente una ciudad agradable de visitar, auténtica y con mucho que ofrecer. Si me preguntan, no tendría problemas en volver.

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