[LVM] Día 62 al 64 – Bangkok

Bangkok es una ciudad interesante y a la vez un poco extraña .

Mantiene todas las características de una ciudad del sudeste asiático (caos vial, mucha humedad, un aspecto desordenado y sucio, muchos templos e incontables puestos de comida callejera), pero a la vez es una capital moderna y con mucho que ofrecer.

Han pasado varios días desde que pisamos el suelo de la capital tailandesa por primera vez y todavía no tengo claro si me gustó o no.

Suerte de sentimientos encontrados.

Por un lado es una ciudad única, extremadamente viva y activa, donde cada rincón respira y se retuerce en un frenesí de vida diaria que puede resultar agotador. Como turista hay literalmente cientos de cosas por hacer. Creo que fácilmente podrías pasar una semana o más sin parar. Desde luego la cantidad de templos que puedes visitar es gigantesca. Los mercados también son abundantes, tanto en tierra como en agua (conocidos como mercados flotantes), y literalmente puedes estar interminables horas asombrándote con la diversidad de productos que es posible encontrar. Bangkok además ofrece malls, enormes zonas de la ciudad dedicadas únicamente a irse de fiesta, muchos restaurantes cubriendo todos los presupuestos y gustos, palacios y realmente una lista interminable de atractivos.

Los canales son tal vez una de las cosas más únicas de Bangkok. La ciudad literalmente creció entorno a ellos, vive de ellos y vive con ellos en una sinergia sin igual. Estos son una parte íntima de la vida diaria de la ciudad, ofrecen transporte, muchos hogares se levantan a sus orillas (y a veces en los canales mismos), son un punto de encuentro y una cantidad no menor de comercio sucede en estos y través de estos.

Básicamente tarde o temprano todo pasa por los canales, y como turista más temprano que tarde vas a viajar por los canales, ya sea en los grandes barcos que funcionan como buses o los raudos botes livianos. Estos últimos ofrecen una experiencia bastante particular que se asimila más una carrera lanchas que a un viaje en taxi-bote.

Por otro lado Bangkok es una ciudad enorme a un nivel incómodo y poco práctico.

En general cualquier ciudad grande reviste un desafío en términos de transporte y vialidad. En este caso además existen varios elementos que hacen que dicho problema se vea fuertemente agravado y que tenga más aristas de lo que a un turista le gustaría. Primero que nada está el constante caos vial que reina en prácticamente todas las calles, a lo que se suma el precario transporte público y la aparentemente inexistente división entre vereda y calle. Todo esto hace que moverse entre diferentes zonas de la ciudad no solo sea complejo sino que también agotador. De algún modo los taxis y tuk-tuk parecen ayudar bastante a sortear las olas del tráfico bangkokiano (sí, ese es el gentilicio de Bangkok), pero aún así la congestión es una constante y realmente da lo mismo donde vayas, más temprano que tarde terminarás enfrascado en un taco.

Cabe destacar además que los taxis y tuk-tuk son de utilidad siempre y cuando estés dispuesto y preparado para lidiar con los conductores y las incontables artimañas que tienen para tratar de hacerte pagar más de lo que deberías pagar. Incluso estando completamente consciente del asunto y haciendo todo lo posible porque llegar a destino rápido y sin pagar demasiado, es probable que de todos modos termines pagando mucho más de lo que deberías.

Consejo para el viajero intrépido: nunca tomes un tuk-tuk sin antes haber preguntado por el precio al menos 3 veces y haber aclarado si el precio es por persona o por el viaje. Agregar a esto todas las precauciones adicionales que sea posible tomar.

Sobre todo lo anterior, Bangkok es una ciudad altamente poblada y esto se puede sentir en la calle, a lo que se suma la constante horda de turistas moviéndose como marabuntas por las arterias de la ciudad. Si es que tienen problemas con las multitudes entonces no visiten esta ciudad.

La ciudad en general se presenta bastante sucia, lo que junto a la humedad imperante, que hace que todas las construcciones estén cubiertas de moho, da una sensación de suciedad generalizada. Si bien esto no es particularmente sorprendente puesto que en el tiempo que llevamos en el sudeste asiático la suciedad y el moho han sido más bien el estándar, sumado a la gran cantidad de gente y el comercio que florece en cada centímetro cuadrado, da un poco la sensación de estar una gigantesca e interminable feria persa.

Probablemente lo más negativo que es posible encontrar en Bangkok, y tal vez la más notoria cuando eres turista, es la inmensa cantidad de gente tratando de engañarte de una u otra manera. Como mencioné antes, los tuk-tuk y taxis en general resultan conflictivos y arriesgados para los turistas que no desean pagar 10 veces más de lo que deberían. Pero no es solo eso, literalmente en todo lo que intentes comprar van a tratar de venderte algo de baja calidad por el precio de algo más caro.

Todo.

Pasajes de bus, viajes en taxi, ropa, recuerdos, entradas a templos, tragos, espectáculos, etc. Probablemente la comida sea lo único que es seguro comprar sin miedo a ser estafado de uno o otro modo..

De algún modo Bangkok pareciera encarnar todo lo bueno y lo malo del sudeste asiático.

Durante nuestra estadía en esta intensa ciudad ahí visitamos el Gran Palacio de Bangkok, Wat Sacket (también conocido como Montaña Dorada), Wat Arun Ratchawaram, Wat Bowonniwet Vihara, Wat Ratchanatdaram y una interminable lista de templos. Conocimos los canales, estuvimos en Khaosan Road, vivimos la locura de la estación de tren y la confusión de la estación de buses, comimos de los Pad Thai de carrito, los panqueques callejeros y nos regocijamos con los batidos de mango, entre otras cosas.

Bangkok es sin lugar a dudas es la experiencia completa, tiene de todo, de lo bueno y de lo malo, y para todos los gustos, aunque por momentos resulte una ciudad algo difícil de tragar.

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