[LVM] Día 20 – Takeshita, Shibuya y Meiji Jingu

Luego de nuestro exitoso primer encuentro con la cultura japonesa decidimos ir a fondo, todo o nada. Así que nos pusimos nuestros mejores atuendos de turista, nos calamos nuestros zapatos más cómodos y partimos al turisteo intenso.

La primera parada fue en Ameya-Yokocho, un barrio comercial al aire libre donde venden prácticamente de todo, pero lo más común son las tiendas de comida y ropa. Algo así como un Meiggs japonés.

Después de eso seguimos a Takeshita Street, la que estaba a algunas estaciones de metro de distancia. En palabras de la guía oficial de turismo de Tokio, Takeshita es la “fuente de las últimas tendencias entre los jóvenes”. En la práctica yo diría que era así como el Eurocentro de Tokio, o sea la madre de todos los Eurocentros, mal que mal esto es Japón, el lugar donde se originó todo eso.

Desde luego, como buen Eurocentro, lo que más abundaba eran las cosas Kawaii, todo tipo de parafernalia de gusto Otaku (poleras, figuritas, revistas, pósters, etc.) y algunas cosas muy al estilo japonés. Por ejemplo, algodón de azúcar arcoíris y helado arcoíris, CatCafe (lugar donde puedes pagar por hacerle cariño a un gato), cosplay furtivo, Otakus por todos lados y mucho engrish.

Cómo ya estábamos un poco agotados con tanta gente, decidimos ir a un lugar más tranquilo, así que partimos a Shibuya, a visitar el cruce peatonal más caótico del planeta.

Algo para calmar los nervios.

Ojo que todo esto fue en un domingo en la mañana, porque pensamos que el mentado cruce tendría poco ajetreo.

Ilusos.

Después de varias cuadras de caminata llegamos a Shibuya. Para ponerlos en contexto, en Tokio son relativamente comunes los cruces en todas direcciones, es decir cruces en que los semáforos le dan la pasada a los autos de un lado, del otro luego le dan verde a los peatones en las 4 esquinas. Eso hace que cuando te dan verde puedes cruzar en cualquier dirección, en diagonal por ejemplo. El cruce de Shibuya es de ese tipo.

Pasar por el cruce se siente como una especie de tormenta. Cuando estás en la orilla esperando el verde puedes ver cientos de caras mirando desde todas direcciones, mientras los autos se pasean orgullosos por las calles. Nubes de tormenta en lontananza.

De repente dan verde, suena el bip bip bip de los semáforos y empieza el caos. Rayos, truenos y se desata la tormenta.

Al principio no se siente caótico, pero es cosa de darle un segundo. A medida que la gente de todas las esquinas empieza a confluir te das cuenta como se genera la locura. De a poco se te empiezan a cruzar personas desde todas las direcciones. Una juguera de personas. Lluvia y viento.

El cruce es bastante grande, unos 100 o 200 metros tal vez. Lo suficientemente grande como para que te tome unos 30 segundos cruzarlo, siempre que no se te atraviesen demasiadas personas.

Después de algo así como un minuto se acaba la luz verde, vuelven a pasar los autos y todo como si nada. Fin de la tormenta.

Toda una experiencia.

Por último, para realmente salir de la locura nos sentamos a almorzar en un parque y después partimos al templo Meiji Jingu. Un tremendo santuario emplazado en un enorme parque.

A pesar de estar repleto de turistas, fue un buen lugar para terminar el día y dejar atrás la locura de Shibuya.

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