El jardín botánico de Santo Domingo es uno de los lugares que más me ha gustado hasta ahora. En pocas palabras, es un gran parque que alberga una vasta vegetación (tropical principalmente), separado en distintos tipos de muestras y jardines.
El lugar es bastante grande, así que si planean recorrerlo completo hay que armarse de tiempo, paciencia y mucha agua (pucha que hacía calor oh!). Por suerte la entrada incluye un ticket para un trencito que recorre el parque completo, con lo uno puede hacerse una idea general de lo que hay y luego visitar las cosas que le resulten más interesantes.
Nosotros hicimos una mezcla de cosas y partimos por recorrer la plaza central. Era como una especie de miniparque dentro del parque, una zona con piletas, flores, jardines y un gran reloj, parecido al reloj de flores de Viña del Mar.
Cuando fue hora, tomamos el trencito para conocer un poco el parque y después fuimos a conocer el jardín japonés. Yo había estado en otros antes y creo que este es uno de los más grandes que he visto. La verdad no era particularmente lindo ni tenía la riqueza de paisajes que en general uno puede ver en los jardines japoneses. Por el contrario era bastante simple, tal vez diría que cumplía con lo justo y necesario para calificar no ser un jardín común y corriente, pero por tamaño le pasaba la aplanadora a todos los que había visto.
Que esto último no se mal entienda, el jardín japonés de todos modos es muy bonito.
Después de eso conocimos un poco del resto del parque y luego fuimos al mariposario. Este resultó más pequeño de lo que esperaba, con poca variedad y cantidad de mariposas. Se me ocurre que tal vez era algo relativamente nuevo en el parque, dado lo simple de la muestra.
A pesar de todo, la visita al jardín botánico fue un momento muy agradable. Desde luego el clima cálido y húmedo favorece este tipo de parques haciendo que por momentos pareciera como si estuviéramos en la selva misma.
Si me preguntan a mi, este es uno de los imperdibles de Santo Domingo.
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